PASTORAL PENITENCIARIA
"En la cárcel y
vinisteis a verme" de Mt.25,36 es el título de la Carta Pastoral que
nuestro Arzobispo Don Julián Barrio Barrio, dirigía al mundo penitenciario de
la Diócesis, en el comienzo de este año eclesial de la misericordia. Con
anterioridad, se preocupó de que Cáritas Diocesana se implicara en una labor de
colaboración con la pastoral penitenciaria, con el fin de que nuestra Iglesia
de Santiago pudiera dar respuesta a todos los grupos más desfavorecidos de
nuestra diócesis. Todos somos Iglesia y todos trabajamos por Cristo, desde el
lugar donde Dios nos ha puesto a cada uno; y estamos obligados a emplear los
medios a nuestro alcance y a unir las fuerzas y
los dones que Dios da a cada, con tal de poder llevarlo a cada alma que
encontremos en nuestro camino, así nos lo recuerda nuestro Arzobispo a la
pastoral penitenciaria: "La Doctrina Social de la Iglesia
apuesta por la justicia reconciliatoria. Ello implica nuestro reconocimiento y
apoyo primordial a las víctimas de los delitos. Lejos de ser un objetivo
contrapuesto a la atención debida a las personas que han delinquido,
descubrimos con gozo que la mejor manera
de evitar nuevas víctimas y de compensar en lo posible a las que han
sufrido el delito es empeñarnos en que
no haya más delitos, que los infractores sean debidamente atendidos, que
se responsabilicen de sus delitos, que pidan perdón y traten de resarcir a las
víctimas y que, finalmente, la reconciliación sea posible. No es una utopía. Es
la esencia misma del Evangelio de la misericordia"
Ahora nos toca dar un paso
más, plantear un proyecto de estructura pastoral, en donde la pastoral
penitenciaria forme parte de la pastoral diocesana de conjunto.
PASTORAL
PENITENCIARIA Y PASTORAL DIOCESANA DE CONJUNTO
La Pastoral Penitenciara es la
acción de la Iglesia en el mundo penitenciario, a favor de las personas que
viven, han vivido o se hallan en riesgo de vivir privados de libertad
legalmente.
I.-
LA PASTORAL PENITENCIARIA EN LA DIOCESIS
La Pastoral Penitenciaria forma
parte del conjunto de las pastorales de la diócesis y como tal tiene y debe
tener su reconocimiento en el marco de toda la pastoral diocesana.
Este reconocimiento vendrá impuesto
por la creación de un organismo diocesano que dé cobertura y organización a
todo lo relacionado con la acción pastoral de la diócesis en la cárcel y su
entorno.
“la Pastoral Penitenciaria es responsabilidad
de toda la Iglesia diocesana. La necesidad de que toda la diócesis sea
consciente y responsable de la Pastoral Penitenciaria no es una exigencia
solamente de orden funcional y de eficacia. Es también una exigencia de orden
eclesiológico, por la misma naturaleza de la Iglesia particular. Es esta la que
hace presente y operante a toda la Iglesia de Cristo”.
“Es necesario disponer de un
organismo de Pastoral Penitenciaria. La finalidad de este organismo diocesano
consiste en programar y revisar las acciones a realizar en los diversos campos
de atención a los presos, a sus familias, y a la fase pos-carcelaria,
concienciar a las comunidades cristianas y conseguir la debida formación y
capacitación de los agentes de pastoral penitenciaria”
La Pastoral Penitenciaria está
llamada a evangelizar a los hombres y mujeres que están en las prisiones. Para
ello es necesario darle en cada diócesis a esta pastoral la mejor configuración
e institucionalización, pero la comunidad diocesana al ofrecer este servicio se
enriquece, los pobres y los presos evangelizan y así la Iglesia diocesana y
todas sus comunidades manifiestan más claramente el auténtico rostro de Cristo,
el amor infinito de Dios.
1.1.-
Ambito de la Pastoral Penitenciaria
Los objetivos de la
Pastoral Penitenciaria en la actualidad transcienden la propia cárcel. Hablamos
de Pastoral Penitenciaria en prevención, prisión e inserción, áreas que rebasan
la misma prisión y superan la Capellanía de prisiones. Pero esta superación
geográfica y conceptual nos lleva a abrirnos más y a superar la estructura de
Capellanía Penitenciaria para situarnos en la calle, en la sociedad, en la diócesis:
de ahí la necesidad de hablar de la Pastoral Penitenciaria como una pastoral
más dentro de las diversas pastorales de la diócesis.
1.2.- La Pastoral Penitenciaria
en el organigrama pastoral de la Diócesis
“Con la fórmula realista que progresivamente
convenga, desde el grupo inicial que reúne las fuerzas dispersas, o la
Coordinadora que relaciona la variedad de grupos y acciones, o el Secretariado
diocesano como institución reconocida. Cualquiera de estas fórmulas,
especialmente la última, multiplica las posibilidades de la Capellanía, al
relacionarla con otros departamentos y realidades diocesanas y sentir el apoyo
de otras fuerzas eclesiales. Desde esta plataforma constituida se tiene una
visión global diocesana y se facilitan contactos intradiocesanos y
extradiocesanos”.
“Por la inclusión de la Pastoral Penitenciria
en los Planes Pastorales diocesanos y parroquiales se hará que los servicios de
ésta no sean heroicos y excepcionales, sino frutos normales de la comunidad
cristiana, que se abre al marginado y marcado por la experiencia de la cárcel,
acogiéndolo como hermano e integrándolo comunitariamente, siendo la comunidad
puente para su integración y normalización social”.
El valor teológico de la Pastoral
Penitenciaria nos llevar a evitar un doble riesgo: que esta pastoral se
convierta en una pastoral aislada, desvinculada del resto de la pastoral
diocesana, y que quede excluida a una actividad meramente accidental o
yuxtapuesta a otras tareas más importantes.
II.-
MARCO COMUN PARA UN ORGANISMO DIOCESANO DE PASTORAL PENITENCIARIA
Constatada la necesidad de promover
con criterios comunes el desarrollo e integración de la Pastoral Penitenciaria
en la diócesis, al término de las V Jornadas Nacionales (Madrid 17-19, Octubre
2001), los Delegados participantes dieron su aprobación al documento titulado
“LA DELEGACION DIOCESANA DE PASTORAL PENITENCIARIA: ORIENTACIONES Y CRITERIOS”.
Documento que elaborado durante seis largos años por la comisión designada en
1995 con las aportaciones de los Delegados diocesanos y demás agentes
pastorales penitenciarios, respeta la singularidad y autonomía de cada Diócesis
y posibilita la unidad de la Pastoral Penitenciaria en todo el Estado Español.
Este documento se encuentra
publicado en el nº. 29 (Octubre 2002), Págs. 4-5 de PUENTE, el Boletín
Informativo trimestral del Departamento de Pastoral Penitenciaria.
III.-
ESTRUCTURACION DEL ORGANISMO DIOCESANO DE PASTORAL PENITENCIARIA
Aunque ciertamente cada diócesis
tiene sus propias particularidades, sí hay elementos que pueden ser comunes a
lo que sería la estructuración del organismo diocesano de Pastoral
Penitenciaria.
3.1.- El Obispo
Toda organismo diocesano
debe contar con el respaldo, apoyo y aprobación del Obispo.
"Obispo ha de preocuparse de
que exista en su diócesis una Pastoral Penitenciaria, es decir una estructura
que, en la medida de lo posible, asegure a nivel parroquial, arciprestal y
diocesano la acción evangelizadora y la atención al mundo de los presos”.
El Obispo
debe aprobar la constitución del organismo diocesano y nombrar a un responsable
del mismo. Reproduciendo el pensamiento del ya mencionado José Antonio Pagola,
los obispos tendrán varios cometidos importantes:
a) mantener contacto directo con los
presos, expresos y familias
b) estimular mediante palabras y
gestos la conciencia de la comunidad diocesana y de la sociedad ante los
problemas de los presos.
c) tener una adecuada y correcta
información sobre el tema penitenciario
d) visitar las prisiones y los
presos
e) realizar una labor de
concienciación y educación cristiana en este terreno
3.2.- Responsable del organismo
diocesano
Será nombrado por el
obispo para un plazo determinado de tiempo. El perfil, siguiendo las indicaciones
de la I Asamblea Nacional de Delegados Diocesanos de Pastoral Penitenciaria
(Madrid, febrero de 1995) podría ser el siguiente:
a) Sensibilidad social y
experiencia. El responsable
diocesano deberá tener una especial sensibilidad por el mundo de los pobres y
en concreto por el de los presos, para dar respuesta a las múltiples
situaciones e interrogantes de los presos y la sociedad entera. Sensibilidad
especial tanto para la intervención en este campo pastoral como para la
posterior sensibilización de la diócesis y la sociedad.
b) Formación doctrinal. Sebastián
Alós habla de una formación en Doctrina Social de la Iglesia: parte de la
teología y en concreto dela teología moral; y además, no sólo instrumento sino
contenido de la evangelización.
c) Actitud Pastoral. Seguimos
citando a Sebastián Alós quien presenta como modelo de actitud pastoral la
figura del Buen Pastor, preocupado por los alejados, y especialmente, por los
más necesitados entre los que se encuentran los presos.
d)
Espiritualidad de la misión. Esta espiritualidad viene manifestada a
través de reconocer a Cristo en los presos, viendo a los presos desde Dios y a
Dios desde los presos.
En este apartado también voy a
introducir las tareas o competencias que debería tener el responsable
diocesano de la Pastoral Penitenciaria:
a) Elaborar, junto con su equipo, el
programa diocesano de Pastoral Penitenciaria.
b) Impulsar y animar los programas
pastorales en vigor.
c) Convocar y coordinar todas las
instituciones y personas que formen parte del organismo diocesano de Pastoral
Diocesana. Lógicamente todo grupo de Iglesia que tenga vinculación con el mundo
de la prisión deberá estar en dicho organismo.
d) Representar a la Pastoral
Penitenciaria ante las autoridades eclesiásticas y civiles.
e) Formar parte del Consejo
diocesano de Pastoral.
f) Convocar y presidir las reuniones
y asambleas diocesanas de Pastoral Penitenciaria.
g) Informar al Obispo de las
actividades y programas en desarrollo.
3.3.- Características del
voluntariado penitenciario cristiano.
“La tarea evangelizadora
en el mundo de la prisión requiere un saber hacer que nace de la
sensibilidad cristiana y de la preparación adecuada de los trabajadores
pastorales. No son suficientes ni la buena voluntad ni la pura generosidad. Los
presos necesitan ayuda, pero no cualquier tipo de ayuda. Quien se dedique a
esta actividad pastoral, ha de estar dotado de unas aptitudes y adquirir una
preparación básica y específica”
3.3.1.-
Pefil del voluntario de Pastoral Penitenciaria
Persona
de fe, creyente
Persona de Iglesia (con
sentido eclesial)
Persona
orante
Persona
de equilibrio psicológico, afectivo y emocional
Persona
vocacionada por el mundo de la prisión
Persona
en proceso de formación
Formación
Pastoral
Formación
técnico-jurídica
Persona
con capacidad de coordinación
3.3.2.-
Actitud que deberá tener en la cárcel, qué postura debera adoptar.
Hay que adoptar unas actitudes que
nos faciliten el encuentro con el otro:
a) Saber mirar: “ lo que el ojo
no ve”.
“Observar la vida del
otro implica ir desde mi mundo y mi vida hasta su mundo y su vida. Esto que
parece tan simple, en realidad no lo es tanto, ya que partimos de profundas
diferencias en nuestras respectivas historias personales. Y desde ellas
miramos. Y si no tengo en cuenta esto, es muy posible que proyectos sobre la
vida de otros mi propio estilo de vida, mis normas, mis valores, y que por
ello, en mi mirada acaben por instalarse juicios de valor que me conduzcan de
la mano por el seguro camino del etiquetaje. Soy yo quien tiene que ir hasta
sus vidas y no traerlos hasta la mía; flexibilizar e incluso cuestionar mi
propia realidad para acercarme a la del otro”.
b) Saber escuchar: “no seamos
sordos a sus llamadas”
“Toda escucha supone que
estamos atentos a alguien que está emitiendo, o no, un mensaje. Tan importante
es lo que se dice como lo que no se llega a decir (casi me atrevería a decir
que lo segundo más). Lo que ocurre es que vivimos en una sociedad en que los
silencios no tienen significado, o mejor dicho, son una buena oportunidad para
rellenarlos de publicidad. A veces me he encontrado “vendiendo” a la gente con
la que trabajaba un programa determinado que le iba a solucionar todos sus
problemas, sin alcanzar a entender por qué mi entusiasmo no era correspondido.
En determinadas ocasiones todos aquellos que nos acercamos de diversos modos a
contextos de exclusión nos convertimos en vendedores ambulantes de propuestas
que no tienen cabida más que en nuestros propios modos de vida. Quizá es que no
sabemos movernos en los silencios, y por tanto no permitimos otra palabra que
no sea la nuestra, porque ¡nos podrían dejar sin palabra!. Una de las cosas que
más me costó cuando empecé a trabajar como educador de calle fueron los
silencios: cuando iba con algún chaval a un bar nos quedábamos varios minutos
sin decir nada...; y los minutos se me hacían horas, mientras mi cabeza
intentaba buscar algún tema de conversación que siempre era contestado con sí o
no. Poco a poco fui descubriendo que la comunicación no siempre pasa por las
palabras, que a veces también tiene que ver con la cercanía y la credibilidad”.
c) Saber aprender: “no el mucho
saber...”
“Saber aprender a lo
largo de nuestra vida supone estar abierto constantemente a nuevos planteamientos,
que impidan la rigidez y superioridad del que se acerca a otro desde una
posición de privilegio social y personal... La unión entre la formación, el
compromiso y la sensibilidad es lo que nos permitirá avanzar por ese difícil
sendero entre mi vida y la de ellos, y llegar a niveles de encuentro que hagan
posible aportar una pequeñita luz en esa noche de tormenta por la que
transcurre la vida de tanta gente”.
d) Saber ser uno mismo: “romper
fachadas”
“Con los tres puntos
anteriores estamos trazando un itinerario de “bajada” hacia la autenticidad
personal, tal como es recogida por los diferentes autores de la escuela
humanista. Y la condición fundamental para ser auténtico en la relación
interpersonal es la de conocer y aceptarse a sí mismo”.
“Ser
uno mismo nos coloca en una situación de fragilidad, de vulnerabilidad, a la
vez que nos hace estar accesibles para todos aquellos cuya vida está cimentada
en los márgenes del sistema”.
IV.-
LA PASTORAL PENITENCIARIA INTEGRADA EN LA PASTORAL DIOCESANA.
Hasta que no se produzca una total y
normal integración de la Pastoral Penitenciaria en la Pastoral de la diócesis
no se dará una auténtica madurez a adultez de esta pastoral. Sólo en el momento
en que es asumida como una pastoral más, con toda la estructura que ello
conlleva podremos hablar de la integración de esta pastoral en la Pastoral de
la diócesis.
Esta integración vendrá por un
desarrollo a nivel particular de esta pastoral y por una normal coordinación
con otras pastorales, especialmente las que se muevan en el campo de lo social.
En este punto de reflexión me viene
a la mente la pregunta que frecuentemente nos hacemos: ¿La Pastoral diocesana
ha asumido adecuadamente la Pastoral Penitenciaria? Esta es una pregunta que
debemos hacernos cada uno/a mirando nuestras respectivas diócesis.
¿Qué supone dicha integración? Pues
que esté representada en los organismos diocesanos: Consejo Diocesano de
Pastoral, Delegación de Cáritas y/o Acción Social,... y otros grupos que traten de
coordinar la acción social de una diócesis. Es desde ahí desde donde debemos
valorar dicha integración.
V.-
PASTORAL PENITENCIARIA Y PASTORAL DE CONJUNTO
No podemos hablar de la Pastoral
Penitenciaria fuera de la Pastoral de conjunto de una diócesis. Es una pastoral
más y como tal hay que tratarla. Tendrá unos objetivos generales marcados por
la diócesis y otros concretos marcados como propios por la Pastoral
Penitenciaria.
Una diócesis empeñada en la
educación de la fe, no puede olvidar a estos hombres y mujeres, que aún privados
de libertad, tienen derecho al anuncio del evangelio y tienen derecho también a
escuchar un mensaje liberados y de esperanza que les ayude a sobrellevar
dignamente su privación de libertad, y les ayude a redescubrir un sentido nuevo
a su vida.
La Pastoral Penitenciaria es
responsabilidad de toda la Iglesia diocesana y de cada comunidad parroquial con
un programa y una organización. Así nos lo recuerda la Carta a los Hebreos
(3,13): “Acordaos de los presos como si estuvierais presos con ellos”. Es
una invitación a la Comunidad Eclesial de las dos Iglesias, la extra-muros
con la intra-muros, y esa comunión sólo es posible vivirla desde la
diócesis, concretamente desde las Comunidades parroquiales.
La Pastoral Penitenciaria forma
parte del conjunto dela realidad pastoral de la diócesis, porque:
5.1.- No es una actividad
aislada. Aunque mucho tiempo ha funcionado como así, sin tener presente ni
orientaciones ni objetivos diocesanos. Este aislamiento no sólo era pastoral,
también su responsable, el capellán estaba solo.
5.2.- No es una actividad
“accidental”. Esta pastoral estaba considerada como acción para los ratos
libres o cuando no había nada qué hacer. Esta actividad pastoral, según este
criterio, nunca era importante. Lógicamente, con estos presupuestos era
imposible incluir la Pastoral Penitenciaria dentro de la Pastoral diocesana.
5.3.- No es una actividad
meramente litúrgica. Antes a esta pastoral se la reservaba para garantizar
el culto litúrgico y la administración de sacramentos en las cárceles, cuando
todos sabemos que la evangelización engloba todas las dimensiones del ser
humano, en este caso del preso.
5.4.- No es una actividad
meramente asistencial. Aunque también esto es Pastoral Penitenciaria. Esta
Pastoral abarca acciones directamente evangelizadoras y catequéticas, al mismo
tiempo que ha de cuidar la celebración de la fe en los centros penitenciarios.
Por eso parece necesario enmarcarla de manera más concreta dentro del planteamiento
pastoral de cada diócesis.
Cuando se tiene presente todo lo
manifestado anteriormente, se descubre que la Pastoral Penitenciaria no es algo
secundario ni aislado que muy bien puede ser impusaldo por algunos voluntarios,
sino una acción pastoral de la que se ha de sentir responsable toda la Iglesia
diocesana y más en concreto todas las parroquias de la diócesis. Sus
destinatarios son parroquianos y diocesanos como nosotros.
VI.-
CREDIBILIDAD DE LA IGLESIA PARTICULAR A TRAVES DE VIVENCIA DE LA CARIDAD
“La Iglesia no sólo debe ser creyente, sino
también y sobre todo creíble. Y la credibilidad se demuestra a través de la
fraternidad vivida”.. Las
diócesis necesitan signos de credibilidad, signos de compromiso solidario, que
lograrán lavarnos la cara y presentarnos ante el mundo con un mínimo de
credibilidad.
- El “amaos los unos a los otros
como yo os he amado” (Jn 13,34), que es la síntesis del testamento de
Jesús, nos indica que lo central en la vida de la Iglesia es la fraternidad
hecha vida y que la caridad es la verificación de la genuina evangelización.
- "La asignatura del amor al
prójimo en la Iglesia no es optativa; es básica, fundamental, es decisiva. Y
además es una asignatura globalizante. Si ésta se suspende, el curso global de
la vida queda suspendido. Y si ésta se aprueba, el curso global de la vida
queda aprobado”.
- “La fe auténtica es la que se manifiesta en
la caridad vivida. O dicho al revés: la caridad es el test de la fe”.
- “En la medida que nos desvivamos a
favor del prójimo, sobre todo a favor del prójimo más marginado y necesitado,
encontraremos el sentido de nuestro vivir”.
- “Que nuestro vivir sea sinónimo de
hacer vivir, de aportar algo positivo a la vida de los más débiles. Nuestra
vida se enriquecerá y se llenará de sentido en la medida en que la entreguemos
gratuitamente a los otros. La vida se nos da y solamente la merecemos dándola”.
VII.-
LA PASTORAL PENITENCIARIA ENRIQUECE LA PASTORAL DIOCESANA Y VICEVERSA
La presencia de la Iglesia en el
interior de la cárcel y en su entorno (familias, prevención, reinserción), no
puede ser un apéndice de toda la Pastoral diocesana, ni mucho menos una
excepción, sino que debe formar parte de toda la actuación pastoral de la
diócesis. Esta pastoral especializada, deberá enirquecer a la Pastoral
diocesana en general.
La Pastoral Penitenciaria, con sus
perculiaridades, hará que la Iglesia diocesana sea más sensible al problema de
la privación de libertad. Ayudará a que sea más abierta y más amplia con los
fallos y limitaciones de los demás. Por supuesto que la educará en ir eliminando
ese sentimiento justiciero que muchos sectores de la Iglesia tienen, que le
llevan a adoptar posturas maniqueístas, de buenos y malos, ante actuaciones
concretas, sin hacer ningún tipo de análisis de las causas que provocan
comportamientos determinados.
Este enriquecimiento de la Pastoral
diocesana, influenciada por la Pastoral Penitenciaria, hará que la primera sea
una decidida defensora de la dignidad de la persona humana, y proclamará con
fuerza que la persona humana nunca ha de ser utilizada como un medio, sino
siempre respetda como un fin en sí misma. Esta defensa de los derechos humanos,
la Iglesia lo hará desde una actitud sincera y de fraternidad evangélica.
La
Iglesia diocesana, a través de sus Comunidades parroquiales, deberá ser un
hogar con las puertas abiertas y tener una especial sensibilidad para los
pobres, los pequeños, los enfermos y los encarcelados. Han de imitar la misma
actitud servicial de Cristo, que no vino a ser servido sino a servir. Han de
ser una comunidad samaritana. Han de mostrar una disponibilidad generosa y
gozosa, mostrándose alegres y felices por la acogida de un hermano suyo, de un
hijo: “Pero el padre dijo a sus siervos: traed aprisa el mejor vestido y
vestidle, ponedle un anillo en la mano y unas sandalias en los pies. Traed el
novillo cebdo, matadlo y comamos y celbraremos una fiesta, porque este hijo mío
estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado. Y
comenzaron la fiesta” (Lc 15, 22-24)
Su acción caritativa no debe
quedarse meramente en lo asistencial, sino que deben procurar ser promotores de
personas e instituciones que defiendan la justicia y vivan la fraternidad. Las
comunidades eclesiales deben aprender a estar con los últimos, en plena y total
gratuidad. Han de descubrir y servir a los nuevos pobres que genera esta
sociedad del bienestar. Han de entregarse en cuerpo y alma a comportari las
carencias de los más pobres.
La Pastoral Penitenciaria deberá
estar presente en las distintas pastorales de la diócesis: juventud, familia,
salud, extranjeros, infancia, gitanos, etc; son realidades que tienen un
contenido propio pastoral, pero que están interrelacionados con la Pastoral
Penitenciaria. Es importante vivir la Comunión Pastoral de la diócesis, y
superar compartimentos estancos. Conviene que la Pastoral Penitenciaria esté
presente en el Consejo Diocesano de Pastoral y en las reuniones de Delegados
diocesanos.
Todo esto es posible, si se crea un
organismo diocesano de Pastoral Penitenciaria.
Manuel
García Souto
Capellán
C.P. Teixeiro
Martinez
Sistach, Mons. Luís: “Naturaleza Teológico-Canónica de la Capellanía de
Prisión”, en la publicación nº 0 del Secretariado de Pastoral Penitenciaria
“Pastoral Penitenciaria y Comunidad Cristiana”. Pág.10, Madrid, 1993
Martinez Sistach, Mons. Luís: “Naturaleza Teológico-Canónica
de la Capellanía de Prisión”, en la publicación nº 0 del Secretariado de
Pastoral Penitenciaria “Pastoral Penitenciaria y Comunidad Cristiana”. Pág.10,
Madrid, 1993
(SESMA LEON, José: “Objetivos actuales de la Pastoral
Penitenciaria”, en la publicación nº5 del Secretariado de Pastoral
Penitenciaria “LA PASTORAL PENITENCIARIA EN LA DIOCESIS”, Págs. 40-41, Madrid,
1996
(Christus Dominus, 11/ C.Vaticano II). Martinez Sistach,
Mons. Luís: “Naturaleza Teológico-Canónica de la Capellanía de Prisión”, en la
publicación nº 0 del Secretariado de Pastoral Penitenciaria “Pastoral
Penitenciaria y Comunidad Cristiana”. Pág.10, Madrid, 1993
ALOS
LATORRE, Sebastián: “Perfil y misión del Delegado diocesano de Pastoral
Penitenciaria”, publicado en “LA PASTORAL PENITENCIARIA EN LA DIOCESIS”,
Secretariado de Pastoral Penitenciaria, Nº 5. Madrid, 1996. Págs. 63-78)
BOFILL
TORTOSA, Eduardo: “Psicología del voluntariado de prisiones”. Secretariado
Diocesano de Pastoral Penitenciria de Alicante, nº 6. Alicante, 2000. Págs. 5-8.
(Se sigue esta reflexión a lo largo de todo el punto 3.3.2)