Mi lista de blogs

jueves, 31 de diciembre de 2015

FUNDAMENTACION DE LA PASTORAL PENITENCIARIA

Pastoral Penitenciaria

                                                                                                                                             
         La Iglesia ha procurado atender pastoralmente, según las posibilidades legales y circunstancias político-sociales de cada momento, a los hombres  y mujeres encarcelados a través de personas especialmente vocacionadas en las comunidades cristianas y de Institutos Religiosos (Mercedarios, Trinitarios, Jesuitas, Dominicos, Salesianos...; Hijas de la Caridad, Adoratrices, Hermanas de la Caridad de Santa Ana, Carmelitas, Mercedarias...).
         Tras 150 años del aislacionismo pastoral penitenciario padecido por las diócesis como consecuencia de la existencia y funcionamiento del Cuerpo de Capellanes de Prisiones, a quienes estaba reservada en exclusiva por el Ministerio de Justicia la atención religiosa en las cárceles, mediante los Acuerdos Jurídicos firmados entre la Santa Sede y le Estado Español (Roma, 3 de Enero de 1979) las diócesis españolas han podido reasumir la asistencia religiosa en los Establecimientos penitenciarios e integrar progresivamente la Pastoral Penitenciaria en la Pastoral de conjunto de la diócesis, fundamentada en la tradición bíblica y eclesial:

         1.- Fundamentación Bíblica
                   a) Ex 3, 9-10: “Así pues, el clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Ahora, pues, ve, yo te la Faraón, para que saques a mi pueblo, los israelitas de Egipto”.
Esta llamada que hace Dios a Moisés la está haciendo a toda la comunidad cristiana. Es responsabilidad de toda la Iglesia de liberar a nuestros hermanos que están sufriendo y experimentando la privación de libertad. Moisés representa la liberación del Pueblo de Israel. Nosostros, la Iglesia, somos la esperanza de los que en estos momentos están en prisión.
                  b) Lc 4, 18-19: “El Espiritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Noticia, me han enviado a proclamar la liberación a los aprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor”.
La Iglesia, comunidad de fe viva, hace suyas las palabras del profeta Isaías y de Jesús, y desde su realidad se siente envíada, por la fuerza del Espírutu, a liberar a los que sufren y a los privados de libertad.
                   c) Mt 25, 31-46: “ … porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, era forastero y me acogisteis, estuve desnudo y me vestistéis, enfermo y me visitastéis, en la cárcel y vinistéis a verme”.
La identificación de Cristo con el pobre hace más fácil nuestro compromiso y entrega de la Iglesia. Está pidiendo un compromiso de la comunidad en las necesidades básicas del pobre: comer, vestir, visitar, acoger.... . Como nos dice Xavier PIKaza (Cfr. “La Comunidad Cristiana  y los Marginados”, ponencia publicada en “PRESOS, IGLESIA Y SOCIEDAD”, páginas 73-112. Secretariado Nacional de Pastoral Penitenciaria, Madrid, 1995), en nuestras Eucaristías no habrá auténtica comunión eclesial hasta que no la compartamos con los pobres y necesitados.
                   d) Hch 12,5: “Mientras Pedro estaba en la cárcel, la Iglesia oraba por él sin cesar”. La comunidad eclesial es el principio de comunión de sus miembros. Nuestro bautismo nos lleva a sentirnos en comunión con todos los bautizados, prescindiendo del lugar en que nos encontremos. Pero esta comunión se hace más especial con aquellos que más lo necesitan, como es el caso de Pedro en la cárcel.
                   e) 1Cor 12, 12-31: “Del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros … no forman más que un sólo cuerpo …  así también es Cristo...”
La comunidad cristiana en libertad forma parte del mismo cuerpo que la que está en prisión, que es la Iglesia. La comunidad cristiana en libertad debe asumir la responsabilidad de ayudar a los que están en prisión. Mientras exista una sola persona en prisión, sufriendo con necesidad, la Iglesia sufrirá con ellos.
                   f) Hebr 13,3: “Acordaos de los presos como si vosotros mismos estuvierais presos con ellos”.  Este texto está pidiendo a la Iglesia un compromiso de comunión hasta en el dolor y la privación de libertad. Nos pide que sintamos lo que nuestros hermanos presos sienten, ¿hay mayor sentimiento de comunión?

         2.- Fundamentación Eclesial
                   Aunque poco a poco se está clarificando progresivamente la relación entre Pastoral Penitenciaria y Pastoral Diocesana, sí es cierto que este sentimiento ha estado presente en muchas manifestaciones y escritos tanto de Papas como de Obispos de la Iglesia. Quizás lo que ha faltado ha sido encontrar cauces operativos que facilitasen la integración de la Pastoral Penitenciaria en los planes diocesanos.
En esta apartado voy a presentar lo que estos Papas y Obispos ha manifestado en distintos momentos de la reciente historia de la Iglesia Católica:
         Juan XXIII, en la visita a la cárcel “Regina Coeli” de Roma: “Todos los que estamos aquí somos iguales ante el Señor, pues el Señor nos considera a todos hijos suyos. Aquí dejo mi corazón” (cfr. Martin Nieto, Evaristo: “Pastoral Penitenciaria. Guía del voluntariado cristiano de prisiones. Ediciones Paulinas, Madrid, 1990, Página 24)
         Pablo VI, en la visita a la cárcel “Regina Coeli” de Roma: “Os amo, no por sentimiento romántico o compasión humanitaria, sino que os amo verdaderamente porque descubro siempre la imagen de Dios, la semejanza con El, Cristo, hombre ideal, que soís todavía y podéis serlo” (cfr. Martin Nieto, Evaristo: “Pastoral Penitenciaria. Guía del voluntariado cristiano de prisiones. Ediciones Paulinas, Madrid, 1990, Página 24)
         Juan Pablo II, en la visita a la cárcel de Papuda (Brasil): “La visita que os hago, aunque breve, significa mucho para mí. Es la visita de un pastor que quiere imitar al Buen Pastor”. (cfr. Martin Nieto, Evaristo: “Pastoral Penitenciaria. Guía del voluntariado cristiano de prisiones. Ediciones Paulinas, Madrid, 1990, Página 24)

Estos breves retazos vemos cómo los Papas se sienten pastores también de sus feligreses presos, preocupados por las circunstancias de prisión y responsables de acercarles a la Iglesia.
         Comisión Episcopal de Pastoral Social (CEPS): “En primer lugar, cada una de las diócesis, debe tomar mayor conciencia del problema social de las prisiones e integrar coherentemente la Pastoral Penitenciaria en la planificación de la acción evangelizadora en las comunidades cristianas” (CEPS: “Las Comunidades Cristianas y las Prisiones”, 16 de Noviembre de 1986, en CORINTIOS XIII nº 41, enero-marzo 1987, página 229).

        



Manuel García Souto
Capellán
























PASTORAL PENITENCIARIA Y PASTORAL DIOCESANA DE CONJUNTO

PASTORAL  PENITENCIARIA


"En la cárcel y vinisteis a verme" de Mt.25,36 es el título de la Carta Pastoral que nuestro Arzobispo Don Julián Barrio Barrio, dirigía al mundo penitenciario de la Diócesis, en el comienzo de este año eclesial de la misericordia. Con anterioridad, se preocupó de que Cáritas Diocesana se implicara en una labor de colaboración con la pastoral penitenciaria, con el fin de que nuestra Iglesia de Santiago pudiera dar respuesta a todos los grupos más desfavorecidos de nuestra diócesis. Todos somos Iglesia y todos trabajamos por Cristo, desde el lugar donde Dios nos ha puesto a cada uno; y estamos obligados a emplear los medios a nuestro alcance y a unir las fuerzas y  los dones que Dios da a cada, con tal de poder llevarlo a cada alma que encontremos en nuestro camino, así nos lo recuerda nuestro Arzobispo a la pastoral penitenciaria:  "La Doctrina Social de la Iglesia apuesta por la justicia reconciliatoria. Ello implica nuestro reconocimiento y apoyo primordial a las víctimas de los delitos. Lejos de ser un objetivo contrapuesto a la atención debida a las personas que han delinquido, descubrimos con gozo que la mejor manera  de evitar nuevas víctimas y de compensar en lo posible a las que han sufrido el delito es empeñarnos en que  no haya más delitos, que los infractores sean debidamente atendidos, que se responsabilicen de sus delitos, que pidan perdón y traten de resarcir a las víctimas y que, finalmente, la reconciliación sea posible. No es una utopía. Es la esencia misma del Evangelio de la misericordia"[1]
Ahora nos toca dar un paso más, plantear un proyecto de estructura pastoral, en donde la pastoral penitenciaria forme parte de la pastoral diocesana de conjunto.


PASTORAL PENITENCIARIA Y PASTORAL DIOCESANA DE CONJUNTO

            La Pastoral Penitenciara es la acción de la Iglesia en el mundo penitenciario, a favor de las personas que viven, han vivido o se hallan en riesgo de vivir privados de libertad legalmente.

I.- LA PASTORAL PENITENCIARIA EN LA DIOCESIS
            La Pastoral Penitenciaria forma parte del conjunto de las pastorales de la diócesis y como tal tiene y debe tener su reconocimiento en el marco de toda la pastoral diocesana.
            Este reconocimiento vendrá impuesto por la creación de un organismo diocesano que dé cobertura y organización a todo lo relacionado con la acción pastoral de la diócesis en la cárcel y su entorno.
             “la Pastoral Penitenciaria es responsabilidad de toda la Iglesia diocesana. La necesidad de que toda la diócesis sea consciente y responsable de la Pastoral Penitenciaria no es una exigencia solamente de orden funcional y de eficacia. Es también una exigencia de orden eclesiológico, por la misma naturaleza de la Iglesia particular. Es esta la que hace presente y operante a toda la Iglesia de Cristo”.[2]        
            “Es necesario disponer de un organismo de Pastoral Penitenciaria. La finalidad de este organismo diocesano consiste en programar y revisar las acciones a realizar en los diversos campos de atención a los presos, a sus familias, y a la fase pos-carcelaria, concienciar a las comunidades cristianas y conseguir la debida formación y capacitación de los agentes de pastoral penitenciaria”[3]
            La Pastoral Penitenciaria está llamada a evangelizar a los hombres y mujeres que están en las prisiones. Para ello es necesario darle en cada diócesis a esta pastoral la mejor configuración e institucionalización, pero la comunidad diocesana al ofrecer este servicio se enriquece, los pobres y los presos evangelizan y así la Iglesia diocesana y todas sus comunidades manifiestan más claramente el auténtico rostro de Cristo, el amor infinito de Dios.

            1.1.- Ambito de la Pastoral Penitenciaria
                        Los objetivos de la Pastoral Penitenciaria en la actualidad transcienden la propia cárcel. Hablamos de Pastoral Penitenciaria en prevención, prisión e inserción, áreas que rebasan la misma prisión y superan la Capellanía de prisiones. Pero esta superación geográfica y conceptual nos lleva a abrirnos más y a superar la estructura de Capellanía Penitenciaria para situarnos en la calle, en la sociedad, en la diócesis: de ahí la necesidad de hablar de la Pastoral Penitenciaria como una pastoral más dentro de las diversas pastorales de la diócesis.

            1.2.- La Pastoral Penitenciaria en el organigrama pastoral de la Diócesis
                         “Con la fórmula realista que progresivamente convenga, desde el grupo inicial que reúne las fuerzas dispersas, o la Coordinadora que relaciona la variedad de grupos y acciones, o el Secretariado diocesano como institución reconocida. Cualquiera de estas fórmulas, especialmente la última, multiplica las posibilidades de la Capellanía, al relacionarla con otros departamentos y realidades diocesanas y sentir el apoyo de otras fuerzas eclesiales. Desde esta plataforma constituida se tiene una visión global diocesana y se facilitan contactos intradiocesanos y extradiocesanos”.[4]
             “Por la inclusión de la Pastoral Penitenciria en los Planes Pastorales diocesanos y parroquiales se hará que los servicios de ésta no sean heroicos y excepcionales, sino frutos normales de la comunidad cristiana, que se abre al marginado y marcado por la experiencia de la cárcel, acogiéndolo como hermano e integrándolo comunitariamente, siendo la comunidad puente para su integración y normalización social”.[5]
            El valor teológico de la Pastoral Penitenciaria nos llevar a evitar un doble riesgo: que esta pastoral se convierta en una pastoral aislada, desvinculada del resto de la pastoral diocesana, y que quede excluida a una actividad meramente accidental o yuxtapuesta a otras tareas más importantes. [6]

II.- MARCO COMUN PARA UN ORGANISMO DIOCESANO DE PASTORAL PENITENCIARIA
            Constatada la necesidad de promover con criterios comunes el desarrollo e integración de la Pastoral Penitenciaria en la diócesis, al término de las V Jornadas Nacionales (Madrid 17-19, Octubre 2001), los Delegados participantes dieron su aprobación al documento titulado “LA DELEGACION DIOCESANA DE PASTORAL PENITENCIARIA: ORIENTACIONES Y CRITERIOS”. Documento que elaborado durante seis largos años por la comisión designada en 1995 con las aportaciones de los Delegados diocesanos y demás agentes pastorales penitenciarios, respeta la singularidad y autonomía de cada Diócesis y posibilita la unidad de la Pastoral Penitenciaria en todo el Estado Español.
            Este documento se encuentra publicado en el nº. 29 (Octubre 2002), Págs. 4-5 de PUENTE, el Boletín Informativo trimestral del Departamento de Pastoral Penitenciaria.

III.- ESTRUCTURACION DEL ORGANISMO DIOCESANO DE PASTORAL PENITENCIARIA
            Aunque ciertamente cada diócesis tiene sus propias particularidades, sí hay elementos que pueden ser comunes a lo que sería la estructuración del organismo diocesano de Pastoral Penitenciaria.

            3.1.- El Obispo
                        Toda organismo diocesano debe contar con el respaldo, apoyo y aprobación del Obispo.
            "Obispo ha de preocuparse de que exista en su diócesis una Pastoral Penitenciaria, es decir una estructura que, en la medida de lo posible, asegure a nivel parroquial, arciprestal y diocesano la acción evangelizadora y la atención al mundo de los presos”.[7]
            El Obispo debe aprobar la constitución del organismo diocesano y nombrar a un responsable del mismo. Reproduciendo el pensamiento del ya mencionado José Antonio Pagola, los obispos tendrán varios cometidos importantes:
            a) mantener contacto directo con los presos, expresos y familias
            b) estimular mediante palabras y gestos la conciencia de la comunidad diocesana y de la sociedad ante los problemas de los presos.
            c) tener una adecuada y correcta información sobre el tema penitenciario
            d) visitar las prisiones y los presos
            e) realizar una labor de concienciación y educación cristiana en este terreno
            3.2.- Responsable del organismo diocesano
                        Será nombrado por el obispo para un plazo determinado de tiempo. El perfil, siguiendo las indicaciones de la I Asamblea Nacional de Delegados Diocesanos de Pastoral Penitenciaria (Madrid, febrero de 1995) podría ser el siguiente[8]:
            a) Sensibilidad social y experiencia.  El responsable diocesano deberá tener una especial sensibilidad por el mundo de los pobres y en concreto por el de los presos, para dar respuesta a las múltiples situaciones e interrogantes de los presos y la sociedad entera. Sensibilidad especial tanto para la intervención en este campo pastoral como para la posterior sensibilización de la diócesis y la sociedad.
            b) Formación doctrinal. Sebastián Alós habla de una formación en Doctrina Social de la Iglesia: parte de la teología y en concreto dela teología moral; y además, no sólo instrumento sino contenido de la evangelización.
       c) Actitud Pastoral. Seguimos citando a Sebastián Alós quien presenta como modelo de actitud pastoral la figura del Buen Pastor, preocupado por los alejados, y especialmente, por los más necesitados entre los que se encuentran los presos.
            d) Espiritualidad de la misión. Esta espiritualidad viene manifestada a través de reconocer a Cristo en los presos, viendo a los presos desde Dios y a Dios desde los presos.
            En este apartado también voy a introducir las tareas o competencias que debería tener el responsable diocesano de la Pastoral Penitenciaria:
            a) Elaborar, junto con su equipo, el programa diocesano de Pastoral Penitenciaria.
            b) Impulsar y animar los programas pastorales en vigor.
            c) Convocar y coordinar todas las instituciones y personas que formen parte del organismo diocesano de Pastoral Diocesana. Lógicamente todo grupo de Iglesia que tenga vinculación con el mundo de la prisión deberá estar en dicho organismo.
            d) Representar a la Pastoral Penitenciaria ante las autoridades eclesiásticas y civiles.
            e) Formar parte del Consejo diocesano de Pastoral.
            f) Convocar y presidir las reuniones y asambleas diocesanas de Pastoral Penitenciaria.
            g) Informar al Obispo de las actividades y programas en desarrollo.
            3.3.- Características del voluntariado penitenciario cristiano.
                        “La tarea evangelizadora en el mundo de la prisión requiere un saber hacer que nace de la sensibilidad cristiana y de la preparación adecuada de los trabajadores pastorales. No son suficientes ni la buena voluntad ni la pura generosidad. Los presos necesitan ayuda, pero no cualquier tipo de ayuda. Quien se dedique a esta actividad pastoral, ha de estar dotado de unas aptitudes y adquirir una preparación básica y específica”[9]
                        3.3.1.- Pefil del voluntario de Pastoral Penitenciaria
                                               Persona de fe, creyente
                                          Persona de Iglesia (con sentido eclesial)
                                               Persona orante
                                               Persona de equilibrio psicológico, afectivo y emocional      
                                               Persona vocacionada por el mundo de la prisión
                                               Persona en proceso de formación
                                               Formación Pastoral
                                               Formación técnico-jurídica
                                               Persona con capacidad de coordinación

                        3.3.2.- Actitud que deberá tener en la cárcel, qué postura debera adoptar.
            Hay que adoptar unas actitudes que nos faciliten el encuentro con el otro[10]:
            a) Saber mirar: “ lo que el ojo no ve”.
                        “Observar la vida del otro implica ir desde mi mundo y mi vida hasta su mundo y su vida. Esto que parece tan simple, en realidad no lo es tanto, ya que partimos de profundas diferencias en nuestras respectivas historias personales. Y desde ellas miramos. Y si no tengo en cuenta esto, es muy posible que proyectos sobre la vida de otros mi propio estilo de vida, mis normas, mis valores, y que por ello, en mi mirada acaben por instalarse juicios de valor que me conduzcan de la mano por el seguro camino del etiquetaje. Soy yo quien tiene que ir hasta sus vidas y no traerlos hasta la mía; flexibilizar e incluso cuestionar mi propia realidad para acercarme a la del otro”.
            b) Saber escuchar: “no seamos sordos a sus llamadas”
                        “Toda escucha supone que estamos atentos a alguien que está emitiendo, o no, un mensaje. Tan importante es lo que se dice como lo que no se llega a decir (casi me atrevería a decir que lo segundo más). Lo que ocurre es que vivimos en una sociedad en que los silencios no tienen significado, o mejor dicho, son una buena oportunidad para rellenarlos de publicidad. A veces me he encontrado “vendiendo” a la gente con la que trabajaba un programa determinado que le iba a solucionar todos sus problemas, sin alcanzar a entender por qué mi entusiasmo no era correspondido. En determinadas ocasiones todos aquellos que nos acercamos de diversos modos a contextos de exclusión nos convertimos en vendedores ambulantes de propuestas que no tienen cabida más que en nuestros propios modos de vida. Quizá es que no sabemos movernos en los silencios, y por tanto no permitimos otra palabra que no sea la nuestra, porque ¡nos podrían dejar sin palabra!. Una de las cosas que más me costó cuando empecé a trabajar como educador de calle fueron los silencios: cuando iba con algún chaval a un bar nos quedábamos varios minutos sin decir nada...; y los minutos se me hacían horas, mientras mi cabeza intentaba buscar algún tema de conversación que siempre era contestado con sí o no. Poco a poco fui descubriendo que la comunicación no siempre pasa por las palabras, que a veces también tiene que ver con la cercanía y la credibilidad”.
            c) Saber aprender: “no el mucho saber...”
                        “Saber aprender a lo largo de nuestra vida supone estar abierto constantemente a nuevos planteamientos, que impidan la rigidez y superioridad del que se acerca a otro desde una posición de privilegio social y personal... La unión entre la formación, el compromiso y la sensibilidad es lo que nos permitirá avanzar por ese difícil sendero entre mi vida y la de ellos, y llegar a niveles de encuentro que hagan posible aportar una pequeñita luz en esa noche de tormenta por la que transcurre la vida de tanta gente”.
            d) Saber ser uno mismo: “romper fachadas”
                        “Con los tres puntos anteriores estamos trazando un itinerario de “bajada” hacia la autenticidad personal, tal como es recogida por los diferentes autores de la escuela humanista. Y la condición fundamental para ser auténtico en la relación interpersonal es la de conocer y aceptarse a sí mismo”.
“Ser uno mismo nos coloca en una situación de fragilidad, de vulnerabilidad, a la vez que nos hace estar accesibles para todos aquellos cuya vida está cimentada en los márgenes del sistema”.
IV.- LA PASTORAL PENITENCIARIA INTEGRADA EN LA PASTORAL DIOCESANA.
            Hasta que no se produzca una total y normal integración de la Pastoral Penitenciaria en la Pastoral de la diócesis no se dará una auténtica madurez a adultez de esta pastoral. Sólo en el momento en que es asumida como una pastoral más, con toda la estructura que ello conlleva podremos hablar de la integración de esta pastoral en la Pastoral de la diócesis.
            Esta integración vendrá por un desarrollo a nivel particular de esta pastoral y por una normal coordinación con otras pastorales, especialmente las que se muevan en el campo de lo social.
            En este punto de reflexión me viene a la mente la pregunta que frecuentemente nos hacemos: ¿La Pastoral diocesana ha asumido adecuadamente la Pastoral Penitenciaria? Esta es una pregunta que debemos hacernos cada uno/a mirando nuestras respectivas diócesis.
            ¿Qué supone dicha integración? Pues que esté representada en los organismos diocesanos: Consejo Diocesano de Pastoral, Delegación de Cáritas y/o  Acción Social,... y otros grupos que traten de coordinar la acción social de una diócesis. Es desde ahí desde donde debemos valorar dicha integración.

V.- PASTORAL PENITENCIARIA Y PASTORAL DE CONJUNTO
            No podemos hablar de la Pastoral Penitenciaria fuera de la Pastoral de conjunto de una diócesis. Es una pastoral más y como tal hay que tratarla. Tendrá unos objetivos generales marcados por la diócesis y otros concretos marcados como propios por la Pastoral Penitenciaria.
            Una diócesis empeñada en la educación de la fe, no puede olvidar a estos hombres y mujeres, que aún privados de libertad, tienen derecho al anuncio del evangelio y tienen derecho también a escuchar un mensaje liberados y de esperanza que les ayude a sobrellevar dignamente su privación de libertad, y les ayude a redescubrir un sentido nuevo a su vida.
            La Pastoral Penitenciaria es responsabilidad de toda la Iglesia diocesana y de cada comunidad parroquial con un programa y una organización. Así nos lo recuerda la Carta a los Hebreos (3,13): “Acordaos de los presos como si estuvierais presos con ellos”. Es una invitación a la Comunidad Eclesial de las dos Iglesias, la extra-muros con la intra-muros, y esa comunión sólo es posible vivirla desde la diócesis, concretamente desde las Comunidades parroquiales.
            La Pastoral Penitenciaria forma parte del conjunto dela realidad pastoral de la diócesis, porque:
            5.1.- No es una actividad aislada. Aunque mucho tiempo ha funcionado como así, sin tener presente ni orientaciones ni objetivos diocesanos. Este aislamiento no sólo era pastoral, también su responsable, el capellán estaba solo.
            5.2.- No es una actividad “accidental”. Esta pastoral estaba considerada como acción para los ratos libres o cuando no había nada qué hacer. Esta actividad pastoral, según este criterio, nunca era importante. Lógicamente, con estos presupuestos era imposible incluir la Pastoral Penitenciaria dentro de la Pastoral diocesana.
            5.3.- No es una actividad meramente litúrgica. Antes a esta pastoral se la reservaba para garantizar el culto litúrgico y la administración de sacramentos en las cárceles, cuando todos sabemos que la evangelización engloba todas las dimensiones del ser humano, en este caso del preso.
            5.4.- No es una actividad meramente asistencial. Aunque también esto es Pastoral Penitenciaria. Esta Pastoral abarca acciones directamente evangelizadoras y catequéticas, al mismo tiempo que ha de cuidar la celebración de la fe en los centros penitenciarios. Por eso parece necesario enmarcarla de manera más concreta dentro del planteamiento pastoral de cada diócesis.
            Cuando se tiene presente todo lo manifestado anteriormente, se descubre que la Pastoral Penitenciaria no es algo secundario ni aislado que muy bien puede ser impusaldo por algunos voluntarios, sino una acción pastoral de la que se ha de sentir responsable toda la Iglesia diocesana y más en concreto todas las parroquias de la diócesis. Sus destinatarios son parroquianos y diocesanos como nosotros.

VI.- CREDIBILIDAD DE LA IGLESIA PARTICULAR A TRAVES DE VIVENCIA DE LA CARIDAD
             “La Iglesia no sólo debe ser creyente, sino también y sobre todo creíble. Y la credibilidad se demuestra a través de la fraternidad vivida”.[11]. Las diócesis necesitan signos de credibilidad, signos de compromiso solidario, que lograrán lavarnos la cara y presentarnos ante el mundo con un mínimo de credibilidad.
            - El “amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 13,34), que es la síntesis del testamento de Jesús, nos indica que lo central en la vida de la Iglesia es la fraternidad hecha vida y que la caridad es la verificación de la genuina evangelización.
            - "La asignatura del amor al prójimo en la Iglesia no es optativa; es básica, fundamental, es decisiva. Y además es una asignatura globalizante. Si ésta se suspende, el curso global de la vida queda suspendido. Y si ésta se aprueba, el curso global de la vida queda aprobado”.
            -   “La fe auténtica es la que se manifiesta en la caridad vivida. O dicho al revés: la caridad es el test de la fe”.
            - “En la medida que nos desvivamos a favor del prójimo, sobre todo a favor del prójimo más marginado y necesitado, encontraremos el sentido de nuestro vivir”.
            - “Que nuestro vivir sea sinónimo de hacer vivir, de aportar algo positivo a la vida de los más débiles. Nuestra vida se enriquecerá y se llenará de sentido en la medida en que la entreguemos gratuitamente a los otros. La vida se nos da y solamente la merecemos dándola”.[12]

VII.- LA PASTORAL PENITENCIARIA ENRIQUECE LA PASTORAL DIOCESANA Y VICEVERSA [13]
            La presencia de la Iglesia en el interior de la cárcel y en su entorno (familias, prevención, reinserción), no puede ser un apéndice de toda la Pastoral diocesana, ni mucho menos una excepción, sino que debe formar parte de toda la actuación pastoral de la diócesis. Esta pastoral especializada, deberá enirquecer a la Pastoral diocesana en general.
            La Pastoral Penitenciaria, con sus perculiaridades, hará que la Iglesia diocesana sea más sensible al problema de la privación de libertad. Ayudará a que sea más abierta y más amplia con los fallos y limitaciones de los demás. Por supuesto que la educará en ir eliminando ese sentimiento justiciero que muchos sectores de la Iglesia tienen, que le llevan a adoptar posturas maniqueístas, de buenos y malos, ante actuaciones concretas, sin hacer ningún tipo de análisis de las causas que provocan comportamientos determinados.
            Este enriquecimiento de la Pastoral diocesana, influenciada por la Pastoral Penitenciaria, hará que la primera sea una decidida defensora de la dignidad de la persona humana, y proclamará con fuerza que la persona humana nunca ha de ser utilizada como un medio, sino siempre respetda como un fin en sí misma. Esta defensa de los derechos humanos, la Iglesia lo hará desde una actitud sincera y de fraternidad evangélica.      
La Iglesia diocesana, a través de sus Comunidades parroquiales, deberá ser un hogar con las puertas abiertas y tener una especial sensibilidad para los pobres, los pequeños, los enfermos y los encarcelados. Han de imitar la misma actitud servicial de Cristo, que no vino a ser servido sino a servir. Han de ser una comunidad samaritana. Han de mostrar una disponibilidad generosa y gozosa, mostrándose alegres y felices por la acogida de un hermano suyo, de un hijo: “Pero el padre dijo a sus siervos: traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en la mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebdo, matadlo y comamos y celbraremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado. Y comenzaron la fiesta” (Lc 15, 22-24)
            Su acción caritativa no debe quedarse meramente en lo asistencial, sino que deben procurar ser promotores de personas e instituciones que defiendan la justicia y vivan la fraternidad. Las comunidades eclesiales deben aprender a estar con los últimos, en plena y total gratuidad. Han de descubrir y servir a los nuevos pobres que genera esta sociedad del bienestar. Han de entregarse en cuerpo y alma a comportari las carencias de los más pobres.
            La Pastoral Penitenciaria deberá estar presente en las distintas pastorales de la diócesis: juventud, familia, salud, extranjeros, infancia, gitanos, etc; son realidades que tienen un contenido propio pastoral, pero que están interrelacionados con la Pastoral Penitenciaria. Es importante vivir la Comunión Pastoral de la diócesis, y superar compartimentos estancos. Conviene que la Pastoral Penitenciaria esté presente en el Consejo Diocesano de Pastoral y en las reuniones de Delegados diocesanos.
            Todo esto es posible, si se crea un organismo diocesano de Pastoral Penitenciaria.
Manuel García Souto
Capellán C.P. Teixeiro    




[1] Mons. Julián Barrio Barrio, Arzobispo de Santiago de Compostela. Carta Pastoral  "En la cárcel y vinisteis a verme" página 26. Publicación de la delegación de cáritas diocesana-Secretariado de pastoral penitenciaria.
[2]Martinez Sistach, Mons. Luís: “Naturaleza Teológico-Canónica de la Capellanía de Prisión”, en la publicación nº 0 del Secretariado de Pastoral Penitenciaria “Pastoral Penitenciaria y Comunidad Cristiana”. Pág.10, Madrid, 1993

[3] Martinez Sistach, Mons. Luís: “Naturaleza Teológico-Canónica de la Capellanía de Prisión”, en la publicación nº 0 del Secretariado de Pastoral Penitenciaria “Pastoral Penitenciaria y Comunidad Cristiana”. Pág.10, Madrid, 1993

[4] Ubieta López, José Angel: “Pastoral Penitenciaria y Parroquia”, en la publicación nº0 del Secretariado de Pastoral Penitenciaria “Pastoral Penitenciaria y Comunidad Cristiana”. Pág 43, Madrid, 1993
[5] (SESMA LEON, José: “Objetivos actuales de la Pastoral Penitenciaria”, en la publicación nº5 del Secretariado de Pastoral Penitenciaria “LA PASTORAL PENITENCIARIA EN LA DIOCESIS”, Págs. 40-41, Madrid, 1996
                        
[6] (Christus Dominus, 11/ C.Vaticano II). Martinez Sistach, Mons. Luís: “Naturaleza Teológico-Canónica de la Capellanía de Prisión”, en la publicación nº 0 del Secretariado de Pastoral Penitenciaria “Pastoral Penitenciaria y Comunidad Cristiana”. Pág.10, Madrid, 1993

[7] (PAGOLA ELORZA, José A.: “La Iglesia Diocesana y la prisión”, en CORINTIOS XIII nº 41 (enero-marzo 1987) Págs. 140 y 141).
[8] ALOS LATORRE, Sebastián: “Perfil y misión del Delegado diocesano de Pastoral Penitenciaria”, publicado en “LA PASTORAL PENITENCIARIA EN LA DIOCESIS”, Secretariado de Pastoral Penitenciaria, Nº 5. Madrid, 1996. Págs. 63-78)

[9]Carta Pastoral de los Obispos de Bilbao Mons. Luis-María Larrea y Mons. Juan María Uriarte: “Hermanos y amigos de los presos”. Bilbao, 25 diciembre 1990. Pág. 28
[10] BOFILL TORTOSA, Eduardo: “Psicología del voluntariado de prisiones”. Secretariado Diocesano de Pastoral Penitenciria de Alicante, nº 6. Alicante, 2000. Págs. 5-8. (Se sigue esta reflexión a lo largo de todo el punto 3.3.2)

[11] BESTARD COMAS, Joan: “La Pastoral Penitenciaria en la Pastoral de la diócesis, Lugar y responsabilidad del voluntariado social en la Pastoral Penitenciaria diocesana”, publicado en “PASTORAL PENITENCIARIA Y PASTORAL DE CONJUNTO”. Departamento de Pastoral Penitenciaria. Nº 5. Madrid, 1998. Pág. 103.
[12] BESTARD COMAS, Joan: “La Pastoral Penitenciaria en la Pastoral de la diócesis, Lugar y responsabilidad del voluntariado social en la Pastoral Penitenciaria diocesana”, publicado en “PASTORAL PENITENCIARIA Y PASTORAL DE CONJUNTO”. Departamento de Pastoral Penitenciaria. Nº 5. Madrid, 1998. Pág. 104-105.
[13] BESTARD COMAS, Joan: “La Pastoral Penitenciaria en la Pastoral de la diócesis, Lugar y responsabilidad del voluntariado social en la Pastoral Penitenciaria diocesana”, publicado en “PASTORAL PENITENCIARIA Y PASTORAL DE CONJUNTO”. Departamento de Pastoral Penitenciaria. Nº 5. Madrid, 1998. Pág. 107.