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jueves, 13 de marzo de 2014

sigue adelante ......

Sigue adelante, no te preocupes, yo ya te he perdonado

Francisco Javier Sánchez González, capellán cárcel de Navalcarnero y párroco Sagrada Familia de Fuenlabrada

 

mar 082014
 
Enviado a la página web de Redes Cristianas
Estas eran las palabras que le decía su padre a Santi hace apenas quince días; ayer, al mediodía, Santi, en la cárcel, recibia la noticia de que su padre había sido ya enterrado, y, según me decía esta mañana, recibia la noticia con mucha paz, con tristeza pero “tengo que seguir adelante, ahora no me puedo hundir”. Santi está actualmente en la cárcel de Navalcarnero cumpliendo condena por haber matado a su hermano, delante de sus padres, en su propia casa, y cuando estaba bajo el efecto del alcohol.
Lleva cinco años cumpliendo condena de un total de 15 años, y desde que lo conoci, siempre ha dicho desde el comienzo que él quería mucho a su hermano, y que no sabe cómo fue capaz de hacer semejante cosa. Cuando hable la primera vez con Santi era incapaz de levantar la cabeza y de mirarte a los ojos, el peso de la culpa era mucho, y siempre decía que no podría perdonarse nunca lo que había hecho “mi hermano era lo que mas quería en este mundo”. Desde el comienzo todos intentamos que Santi fuera intentando asumir esa situación, sin duda tan difícil de asumir, matar a un hermano sin duda es algo especialmente horrible, pero Santi necesitaba ( y todavía hoy) ser también él sanado, Santi necesitaba asumir su situación y desde ahí también perdonarse a si mismo y poder recibir el perdón de su familia, sobre todo de sus padres, quienes no acaban de asumir todo lo que había pasado, especialmente su padre, con el que siempre le había unido una relación mala y con muchas desavenencias, antes incluso de suceder todo lo que había sucedido.
Santi siempre se nos mostro a todos como indefenso, pero a la vez con una gran capacidad de amar; en todas las misas siempre pedia por todos los difuntos entre sollozos, y cuando llegaba la semana santa siempre decía que quería llevar la cruz, porque él había hecho mucho sufrir a toda su familia, porque lo suyo decía que era imperdonable. Nosotros siempre hemos ido intentando que fuera intentando esa reconciliación personal consigo mismo y que luego después vendría también la reconciliación con su familia. Y Santi desde el principio estaba siempre preocupado por todos los compañeros del modulo, especialmente por los que eran mas pobres y necesitados, en ellos se volcaba siempre mas, era como si quisiera paliar todo el mal que le había hecho a su hermano y a su familia volcándose ayudando a los demás; y asi se lo hicimos saber: le hicimos saber que podía devolver todo ese mal en forma de bien, que él podía hacer muchas cosas buenas por los demás.
Y yo creo que ese hacer el bien y todo el cariño que todos los que estamos con él estamos derrochando esta haciendo que también Santi “se vaya sanando en la medida de lo posible”, esta haciendo que esa herida que seguirá siempre abierta pueda vivir con ella sin amargura, sin culpa enfermiza y sobre todo haciendo posible que pueda volver a sonreir, que pueda volver a vivir. Ahora esta mucho mas tranquilo, en las misas ya se atreve a pedir por su hermano, ahora pide también por todas las madres “que tanto sufren porque estemos aquí”, dice siempre, y cada vez que nos da un abrazo derrocha amor, derrocha fraternidad, derrocha arrepentimiento, en cada abrazo de Santi todos sentimos una fuerza especial que nos comunica también a nosotros amor, paz y arrepentimiento; en cada abrazo y en cada gracias que Santi nos da cada dia en la misa descubrimos el rostro y el corazón arrepentido de alguien necesitado de salvación, y de alguien a la vez abierto a la esperanza.
Pero sin duda alguna que es duro, que le esta costando, consigue mirar hacia adelante, pero no es fácil.
Recuerdo cuando me dijo la primera vez, nada mas conocerle, que llamar a sus padres por teléfono; recuerdo que cogió el teléfono su padre, yo me presente y enseguida dijo que se ponía su mujer; su madre me pregunto como estaba su hijo y me dijo que le dijera que ellos estaban bien, apenas duro un minuto esa primera conversación, fría y sin saber que decir. Despues llame también a su hermana, que iba a los vis a vis con Santi, y recuerdo sus palabras cuando yo la dije que tenia mucho valor por ir a ver a su hermano, y en su nombre le di las gracias, ella enseguida me dijo “lo hago porque he perdido a un hermano y no quiero perder a otro”, y sus palabras me llenaron de emoción, era descubrir que al mal se puede vencer con la fuerza del amor, y esta muchacha, la hermana de Santi, con mucho esfuerzo estaba siendo capaz de hacerlo.
Ultimamente estaba mas cercana su madre también a través del teléfono y también seguía estando siempre a su lado su hermana, y eso a él también lo tranquilizaba. Y además porque Santi, por encima de su delito cruel, es un hombre bueno, es un hombre al que la enfermedad del alcohol se apodero de él y hizo un crimen horrible, pero el corazón de Santi es un corazón acogedor y bondadoso, un corazón que ama mucho, como la mujer pecadora que nos presenta el evangelio, y “ese amor es el que esta salvando a Santi”, como salvo también a aquella mujer que visita a Jesus en casa de Simón el fariseo.
Por eso cuando he estado en Navalcarnero y me ha dicho la psicóloga del grupo de salud mental en el que esta Santi que su padre había muerto enseguida la he preguntado qué había pasado con su padre, y ha sido ella la que me ha dicho “creo que hace unos días por teléfono le dijo que le perdonaba”. La psicóloga me ha dicho que no estaba muy derrumbado, que estaba con la pena lógica de haber perdido a un padre pero no tan mal como podía estar, que ella veía que estaba dando pasos en su proceso.
Rápidamente he ido al modulo para ver cómo estaba. Lo han llamado y cuando ha salido enseguida como siempre se me ha fundido en un fuerte abrazo, y con lágrimas en los ojos me ha dicho que estaba bien, que asi era la vida y que tenia que asumirlo. Le he preguntado si había hablado con él.Y con una serenidad espantosa, con los ojos llenos de agua, me ha dicho que hace unos quince días llamo por teléfono al móvil que llama siempre, y que lo cogió su padre, y que antes de decirle nada, él se adelanto y le dijo “ hijo no te preocupes, ya te he perdonado, sigue adelante, no de desanimes, ya se que lo hiciste por los efectos del alcohol, tranquilo, yo te perdono”.
Y apenas estaba terminando de decirlo cuando me ha mirado y me ha vuelto a dar un fuerte abrazo, un abrazo muy especial, un abrazo en el que yo también he sentido todo el amor de Dios en aquel hombre machacado por el delito pero a la vez reconciliado, un abrazo en el que era el mismo amor de Dios el que se nos hacia presente a los dos; hemos estado un rato abrazados y han sido varios los chavales que iban pasando y se nos quedaban mirando… cuando nos hemos separado me ha vuelto a dar las gracias y me ha repetido que “tenia que seguir adelante, que la vida merecía la pena”. Me decía que él ese dia ya sintió que algo pasaba con su padre, como si él no quisiera marcharse sin antes haber manifestado el perdón a su hijo, que notaba algo raro, que quizás por eso ayer cuando le dijeron que había muerto en el fondo no le había chocado.
Y yo he recordado también las palabras que hace unos días nos comentaba Julian Ríos acerca de los encuentros que estaban teniendo entre las victimas de ETA y los victimarios, que en esos casos, nos decía Julian, como los agresores necesitaban pedir perdón a sus victimas mirándoles a los ojos, y que las victimas necesitaban perdonar a los asesinos porque era también la única manera de poder sanar su herida, de poder liberarse, de poder romper todo el odio que tenían y que les impedía vivir y ser felices.
Era lo mismo: el padre de Santi también quería liberarse, no podía marcharse como decía Santi sin haberse reconciliado antes con su hijo, no podía gozar de la Vida sin antes haber perdonado a su hijo. Ambos, como también se nos decía el otro dia, se habían devuelto su humanidad, esa humanidad que habían perdido después de aquel asesinato: el padre se había humanizado porque había sido capaz de romper la barrera del odio y Santi se había humanizado porque también al recibir ese perdón y pedir perdón a su padre había devuelto la dignidad que había perdido con su padre, “los dos se habían sanado”.
En esta ocasión padre e hijo no pudieron verse las caras, como las victimas de ETA con sus asesinos, pero a través del teléfono Santi y su padre hablaron desde el corazón, y desde el corazón se perdonaron, y desde el corazón, aunque fuera por teléfono, se abrazaron. Ha sido un rato bonito el que he vivido con Santi, duro también, pero abierto a la esperanza, ha sido un momento de especial relación con Dios, yo creo que los dos, en nuestros abrazos hemos tocado también al mismo Dios Padre con el que ya esta gozando el padre de Santi, liberado por fin de la atadura del odio que hasta ahora tenia. Y Santi también esta ya en otro momento, padre e hijo se han sanado mutuamente, lo que parecía imposible se ha podido dar aunque haya sido a través de un teléfono, en una cárcel y antes de morir… Dios es un misterio sin duda alguna que camina a nuestro lado… pero sin duda es un MISTERIO PROFUNDO DE AMOR.
Me ha dicho también después Santi que estaba tranquilo, triste pero tranquilo porque recordaba las palabras de su padre y efectivamente tenia que seguir adelante, que ahora no se podía hundir. Decia que los compañeros del modulo se estaban portando muy bien con el, que no le dejaban ni un momento solo, y también los funcionarios, y todo el equipo de psicólogos y el trabajador social… y de nuevo al terminar nuestra conversación y marcharse al modulo de sus labios, con un fuerte abrazo, han brotado un GRACIAS, como lo hace todo los días, un “gracias por todo el apoyo que me dais”.
Cuando le he dejado confieso que me he quedado lleno de admiración, de ternura, y de esperanza, sobre todo de esperanza, de nuevo me he vuelto a sentir especialmente privilegiado por estar en aquel lugar y he vuelto a descubrir las palabras del evangelio “las prostitutas y los pecadores os precederán en el Reino de los cielos”. Las palabras de Santi, sus abrazos, su ternura, su presencia de Dios me han acompañado todo el dia y he vivido también un dia de paz y de tensión hacia el futuro.
Al salir también no he podido por menos que comentarlo también con una trabajadora social con la que tengo confianza; ella me decía que se le ponían los pelos de punta cuando se lo contaba y también me confesaba que se sentía una privilegiada por poder trabajar allí y compartir todo esto tipo de experiencias “a veces me quejo yo de la vida y me quejo por tonterías y cuando uno viene aquí descubre la vida con toda su crueldad y con toda su dureza”.
Por eso esta noche no podía acostarme sin dar las gracias a Dios por el dia, gracias por la vida que cada dia me brinda. Gracias por Santi, por su testimonio de esperanza y de reconciliación, porque “donde abundo el pecado sobreabundo la gracia”. A Santi le queda mucho camino por hacer, le quedan aun muchas batallas, pero quizás el mismo Dios le haya concedido ganar la mejor de todas ellas: sentir el perdón de su padre y él poder también pedirle perdón.
Recordaba también las palabras del otro dia en la charla de Julian “el odio no es la condición de la memoria, parece que si odio respeto la memoria de la victima y no es asi”. Santi y su padre se habían reconciliado desde la fuerza del amor y habían demostrado que el perdón puede hacerse posible, incluso desde una realidad tan cruel como la que ambos habían vivido. Y me brotan también las palabras del Evangelio, Jesus hablando al buen ladron “Te lo aseguro, hoy estaras conmigo en el paraíso”; el padre de Santi ya esta en el paraíso gozando de la presencia de Dios y Santi de algún modo ha podido vislumbrar lo que es el paraíso, es verdad que “habiendo bajado antes a los infiernos”, pero desde ese infierno ha brotado de nuevo la experiencia del amor y de la paz.
Gracias Santi, no olvides que te queremos, no olvides que eres muy importante para todos nosotros, no olvides que estamos siempre a tu lado, no olvides que merece la pena seguir, que no todo esa perdido, y no mires nunca hacia atrás, mira siempre hacia adelante; no olvides que tu eres mucho mas importante que tus actos, no olvides que Dios también te quiere porque es tu Padre y sigue apostando por ti. Y de nuevo las palabras de la Escritura “solo el amor es digno de fe”.
Navalcarnero 4 de marzo de 2014


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