Sigue
adelante, no te preocupes, yo ya te he perdonado
Francisco Javier Sánchez González, capellán cárcel de Navalcarnero y párroco Sagrada Familia de Fuenlabrada
mar 082014
Enviado a la página web de Redes Cristianas
Estas eran las palabras que le decía su padre a
Santi hace apenas quince días; ayer, al mediodía, Santi, en la cárcel, recibia
la noticia de que su padre había sido ya enterrado, y, según me decía esta
mañana, recibia la noticia con mucha paz, con tristeza pero “tengo que seguir
adelante, ahora no me puedo hundir”. Santi está actualmente en la cárcel de
Navalcarnero cumpliendo condena por haber matado a su hermano, delante de sus
padres, en su propia casa, y cuando estaba bajo el efecto del alcohol.
Lleva cinco años cumpliendo condena de un total
de 15 años, y desde que lo conoci, siempre ha dicho desde el comienzo que él
quería mucho a su hermano, y que no sabe cómo fue capaz de hacer semejante
cosa. Cuando hable la primera vez con Santi era incapaz de levantar la cabeza y
de mirarte a los ojos, el peso de la culpa era mucho, y siempre decía que no
podría perdonarse nunca lo que había hecho “mi hermano era lo que mas quería en
este mundo”. Desde el comienzo todos intentamos que Santi fuera intentando
asumir esa situación, sin duda tan difícil de asumir, matar a un hermano sin
duda es algo especialmente horrible, pero Santi necesitaba ( y todavía hoy) ser
también él sanado, Santi necesitaba asumir su situación y desde ahí también
perdonarse a si mismo y poder recibir el perdón de su familia, sobre todo de
sus padres, quienes no acaban de asumir todo lo que había pasado, especialmente
su padre, con el que siempre le había unido una relación mala y con muchas
desavenencias, antes incluso de suceder todo lo que había sucedido.
Santi siempre se nos mostro a todos como
indefenso, pero a la vez con una gran capacidad de amar; en todas las misas
siempre pedia por todos los difuntos entre sollozos, y cuando llegaba la semana
santa siempre decía que quería llevar la cruz, porque él había hecho mucho
sufrir a toda su familia, porque lo suyo decía que era imperdonable. Nosotros
siempre hemos ido intentando que fuera intentando esa reconciliación personal
consigo mismo y que luego después vendría también la reconciliación con su
familia. Y Santi desde el principio estaba siempre preocupado por todos los
compañeros del modulo, especialmente por los que eran mas pobres y necesitados,
en ellos se volcaba siempre mas, era como si quisiera paliar todo el mal que le
había hecho a su hermano y a su familia volcándose ayudando a los demás; y asi
se lo hicimos saber: le hicimos saber que podía devolver todo ese mal en forma
de bien, que él podía hacer muchas cosas buenas por los demás.
Y yo creo que ese hacer el bien y todo el cariño
que todos los que estamos con él estamos derrochando esta haciendo que también
Santi “se vaya sanando en la medida de lo posible”, esta haciendo que esa
herida que seguirá siempre abierta pueda vivir con ella sin amargura, sin culpa
enfermiza y sobre todo haciendo posible que pueda volver a sonreir, que pueda
volver a vivir. Ahora esta mucho mas tranquilo, en las misas ya se atreve a
pedir por su hermano, ahora pide también por todas las madres “que tanto sufren
porque estemos aquí”, dice siempre, y cada vez que nos da un abrazo derrocha
amor, derrocha fraternidad, derrocha arrepentimiento, en cada abrazo de Santi
todos sentimos una fuerza especial que nos comunica también a nosotros amor,
paz y arrepentimiento; en cada abrazo y en cada gracias que Santi nos da cada
dia en la misa descubrimos el rostro y el corazón arrepentido de alguien
necesitado de salvación, y de alguien a la vez abierto a la esperanza.
Pero sin duda alguna que es duro, que le esta
costando, consigue mirar hacia adelante, pero no es fácil.
Recuerdo cuando me dijo la primera vez, nada mas
conocerle, que llamar a sus padres por teléfono; recuerdo que cogió el teléfono
su padre, yo me presente y enseguida dijo que se ponía su mujer; su madre me
pregunto como estaba su hijo y me dijo que le dijera que ellos estaban bien,
apenas duro un minuto esa primera conversación, fría y sin saber que decir.
Despues llame también a su hermana, que iba a los vis a vis con Santi, y
recuerdo sus palabras cuando yo la dije que tenia mucho valor por ir a ver a su
hermano, y en su nombre le di las gracias, ella enseguida me dijo “lo hago
porque he perdido a un hermano y no quiero perder a otro”, y sus palabras me
llenaron de emoción, era descubrir que al mal se puede vencer con la fuerza del
amor, y esta muchacha, la hermana de Santi, con mucho esfuerzo estaba siendo
capaz de hacerlo.
Ultimamente estaba mas cercana su madre también a
través del teléfono y también seguía estando siempre a su lado su hermana, y
eso a él también lo tranquilizaba. Y además porque Santi, por encima de su
delito cruel, es un hombre bueno, es un hombre al que la enfermedad del alcohol
se apodero de él y hizo un crimen horrible, pero el corazón de Santi es un
corazón acogedor y bondadoso, un corazón que ama mucho, como la mujer pecadora
que nos presenta el evangelio, y “ese amor es el que esta salvando a Santi”,
como salvo también a aquella mujer que visita a Jesus en casa de Simón el
fariseo.
Por eso cuando he estado en Navalcarnero y me ha
dicho la psicóloga del grupo de salud mental en el que esta Santi que su padre
había muerto enseguida la he preguntado qué había pasado con su padre, y ha
sido ella la que me ha dicho “creo que hace unos días por teléfono le dijo que
le perdonaba”. La psicóloga me ha dicho que no estaba muy derrumbado, que
estaba con la pena lógica de haber perdido a un padre pero no tan mal como
podía estar, que ella veía que estaba dando pasos en su proceso.
Rápidamente he ido al modulo para ver cómo
estaba. Lo han llamado y cuando ha salido enseguida como siempre se me ha
fundido en un fuerte abrazo, y con lágrimas en los ojos me ha dicho que estaba
bien, que asi era la vida y que tenia que asumirlo. Le he preguntado si había
hablado con él.Y con una serenidad espantosa, con los ojos llenos de agua, me
ha dicho que hace unos quince días llamo por teléfono al móvil que llama
siempre, y que lo cogió su padre, y que antes de decirle nada, él se adelanto y
le dijo “ hijo no te preocupes, ya te he perdonado, sigue adelante, no de
desanimes, ya se que lo hiciste por los efectos del alcohol, tranquilo, yo te
perdono”.
Y apenas estaba terminando de decirlo cuando me
ha mirado y me ha vuelto a dar un fuerte abrazo, un abrazo muy especial, un
abrazo en el que yo también he sentido todo el amor de Dios en aquel hombre
machacado por el delito pero a la vez reconciliado, un abrazo en el que era el
mismo amor de Dios el que se nos hacia presente a los dos; hemos estado un rato
abrazados y han sido varios los chavales que iban pasando y se nos quedaban
mirando… cuando nos hemos separado me ha vuelto a dar las gracias y me ha
repetido que “tenia que seguir adelante, que la vida merecía la pena”. Me decía
que él ese dia ya sintió que algo pasaba con su padre, como si él no quisiera
marcharse sin antes haber manifestado el perdón a su hijo, que notaba algo
raro, que quizás por eso ayer cuando le dijeron que había muerto en el fondo no
le había chocado.
Y yo he recordado también las palabras que hace
unos días nos comentaba Julian Ríos acerca de los encuentros que estaban teniendo
entre las victimas de ETA y los victimarios, que en esos casos, nos decía
Julian, como los agresores necesitaban pedir perdón a sus victimas mirándoles a
los ojos, y que las victimas necesitaban perdonar a los asesinos porque era
también la única manera de poder sanar su herida, de poder liberarse, de poder
romper todo el odio que tenían y que les impedía vivir y ser felices.
Era lo mismo: el padre de Santi también quería
liberarse, no podía marcharse como decía Santi sin haberse reconciliado antes
con su hijo, no podía gozar de la Vida sin antes haber perdonado a su hijo.
Ambos, como también se nos decía el otro dia, se habían devuelto su humanidad,
esa humanidad que habían perdido después de aquel asesinato: el padre se había
humanizado porque había sido capaz de romper la barrera del odio y Santi se
había humanizado porque también al recibir ese perdón y pedir perdón a su padre
había devuelto la dignidad que había perdido con su padre, “los dos se habían
sanado”.
En esta ocasión padre e hijo no pudieron verse
las caras, como las victimas de ETA con sus asesinos, pero a través del
teléfono Santi y su padre hablaron desde el corazón, y desde el corazón se
perdonaron, y desde el corazón, aunque fuera por teléfono, se abrazaron. Ha
sido un rato bonito el que he vivido con Santi, duro también, pero abierto a la
esperanza, ha sido un momento de especial relación con Dios, yo creo que los
dos, en nuestros abrazos hemos tocado también al mismo Dios Padre con el que ya
esta gozando el padre de Santi, liberado por fin de la atadura del odio que
hasta ahora tenia. Y Santi también esta ya en otro momento, padre e hijo se han
sanado mutuamente, lo que parecía imposible se ha podido dar aunque haya sido a
través de un teléfono, en una cárcel y antes de morir… Dios es un misterio sin
duda alguna que camina a nuestro lado… pero sin duda es un MISTERIO PROFUNDO DE
AMOR.
Me ha dicho también después Santi que estaba
tranquilo, triste pero tranquilo porque recordaba las palabras de su padre y
efectivamente tenia que seguir adelante, que ahora no se podía hundir. Decia
que los compañeros del modulo se estaban portando muy bien con el, que no le
dejaban ni un momento solo, y también los funcionarios, y todo el equipo de
psicólogos y el trabajador social… y de nuevo al terminar nuestra conversación
y marcharse al modulo de sus labios, con un fuerte abrazo, han brotado un
GRACIAS, como lo hace todo los días, un “gracias por todo el apoyo que me
dais”.
Cuando le he dejado confieso que me he quedado
lleno de admiración, de ternura, y de esperanza, sobre todo de esperanza, de
nuevo me he vuelto a sentir especialmente privilegiado por estar en aquel lugar
y he vuelto a descubrir las palabras del evangelio “las prostitutas y los
pecadores os precederán en el Reino de los cielos”. Las palabras de Santi, sus
abrazos, su ternura, su presencia de Dios me han acompañado todo el dia y he
vivido también un dia de paz y de tensión hacia el futuro.
Al salir también no he podido por menos que
comentarlo también con una trabajadora social con la que tengo confianza; ella
me decía que se le ponían los pelos de punta cuando se lo contaba y también me
confesaba que se sentía una privilegiada por poder trabajar allí y compartir
todo esto tipo de experiencias “a veces me quejo yo de la vida y me quejo por
tonterías y cuando uno viene aquí descubre la vida con toda su crueldad y con
toda su dureza”.
Por eso esta noche no podía acostarme sin dar las
gracias a Dios por el dia, gracias por la vida que cada dia me brinda. Gracias
por Santi, por su testimonio de esperanza y de reconciliación, porque “donde
abundo el pecado sobreabundo la gracia”. A Santi le queda mucho camino por
hacer, le quedan aun muchas batallas, pero quizás el mismo Dios le haya
concedido ganar la mejor de todas ellas: sentir el perdón de su padre y él
poder también pedirle perdón.
Recordaba también las palabras del otro dia en la
charla de Julian “el odio no es la condición de la memoria, parece que si odio
respeto la memoria de la victima y no es asi”. Santi y su padre se habían reconciliado
desde la fuerza del amor y habían demostrado que el perdón puede hacerse
posible, incluso desde una realidad tan cruel como la que ambos habían vivido.
Y me brotan también las palabras del Evangelio, Jesus hablando al buen ladron
“Te lo aseguro, hoy estaras conmigo en el paraíso”; el padre de Santi ya esta
en el paraíso gozando de la presencia de Dios y Santi de algún modo ha podido
vislumbrar lo que es el paraíso, es verdad que “habiendo bajado antes a los
infiernos”, pero desde ese infierno ha brotado de nuevo la experiencia del amor
y de la paz.
Gracias Santi, no olvides que te queremos, no
olvides que eres muy importante para todos nosotros, no olvides que estamos
siempre a tu lado, no olvides que merece la pena seguir, que no todo esa
perdido, y no mires nunca hacia atrás, mira siempre hacia adelante; no olvides
que tu eres mucho mas importante que tus actos, no olvides que Dios también te
quiere porque es tu Padre y sigue apostando por ti. Y de nuevo las palabras de
la Escritura “solo el amor es digno de fe”.
Navalcarnero 4 de marzo de 2014
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